Un día…
¿normal?
S
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alí de clase en cuanto
sonó el timbre. No aguantaba ni un minuto más en la clase de inglés del señor
Jenkins. Todos los alumnos de la clase se aglomeraron en la puerta y yo me abrí
paso a codazos. En cuanto llegué al
pasillo y conseguí un poco de espacio, algo me saltó a la espalda. Al girarme
descubrí había sido Alison la que se me había colgado del cuello. Me miraba con
los ojos como platos y contenía una sonrisa. Justo entonces Cassie llegó y me
quitó las palabras de la boca:
-Hey,
Aly, ¿qué te ha pasado? –preguntó observando su expresión –Creo que si no lo
sueltas ya, estallarás.
Alison
se echó ligeramente hacia atrás y abrió los ojos todavía más mientras señalaba
a alguien con la cabeza. Observé con disimulo hacia donde señalaba y no vi nada
que me llamase la atención.
-Oye,
yo no veo nada ¿Se puede saber qué es lo que pasa? –me estaba poniendo
nerviosa. Acabaría antes si me lo dijese, pero Alison siempre había sido un
tanto teatrera.
Finalmente
se dignó a dirigirnos la palabra, aunque su respuesta fue bastante escuálida:
-Allí,
junto a la columna… -murmuró dejando escapar una risita – ¡Te está comiendo con
los ojos, Kat!
Volví
a mirar. A mi lado Cassie estiró el cuello para descubrir a que se refería
nuestra amiga. Escruté con la mirada la zona señalada y encontré a Samuel,
mirando directamente hacia mí. Se me aceleró el pulso y se me entrecortó la
respiración. Sus ojos eran tan intensos, tan penetrantes, tan ardientes. Y me
observaba a mí. Solo a mí. Sentí miedo, no sabía por qué, pero lo sentí. Y la
cosa empeoró cuando me hizo un gesto con la mano para que me acercase a él.
Alison se había girado y al verlo soltó un gritito ahogado mientras me cogía la
mano y la apretaba con fuerza.
-Ve,
rápido. Cuando vuelvas tendrás que contarnos todas y cada una de sus palabras.
¡Ah! Y sobre todo tendrás que decirme como besa… -rió.
La
miré con reproche y le di un golpe en el brazo. Llegué junto a Samuel con pasos
inseguros mientras intentaba afrontar su mirada. Un ligero estremecimiento me
recorrió la columna cuando me situé frente a él y esbocé una pequeña sonrisa
tímida. Al mirarle a los ojos, mi miedo se esfumó, o, al menos, se difuminó.
Imágenes del día anterior me inundaron la mente, haciéndome sentir confusa,
todo había sido tan extraño…
-Hola,
Kat –dijo él. Su voz me alejó de mis ensoñaciones trayéndome de regreso al
instituto y al presente –Tengo algo que darte.
Observé
confusa como introducía una mano en el bolsillo de los vaqueros y sacaba un
aparato pequeño, uno muy familiar.
-¡Mi
reproductor de música! Oh, gracias, Samuel. Creí que lo había perdido,
sinceramente no esperaba volver a verlo –una sonrisa ocupó mi rostro al coger
el aparatito entre mis manos. Sentí la tentación de abrazarle, pero eso solo
emocionaría más a Alison.
Siempre
me sentía rara a su lado. Podía pasar del miedo al aprecio, o incluso al
cariño, en un segundo.
-Lo
encontré poco antes de irme del claro. Todavía no había empezado a llover, así
que no se ha estropeado. Debió de caérsete durante la carrera…
Al
mencionar la carrera ambos nos sonrojamos y apartamos la mirada. Un silencio
incómodo se extendió entre nosotros, mientras que yo me esforzaba en buscar algo
que decir para romper aquel mutismo repentino. Samuel se me adelantó:
-Oye,
Kat… En cuanto a lo de ayer, en el claro… -carraspeó. Se frotó la cabeza,
sacudiéndose el pelo rubio -¡Joder, que complicado es! –Luego clavó la mirada
directamente en mis ojos y habló con más seguridad –Creo que lo mejor sería
olvidarlo ¿no crees? Es decir, no quiero echar a perder nuestra amistad por
eso. Porque… somos amigos ¿verdad?
-Por
supuesto –dije sonriendo con dulzura. Su expresión era tímida y le hacía
parecer más joven, le daba un aire infantil y aniñado.
-Pues
el caso es que no quiero estropearla por eso. Eres la única amiga que tengo
aquí de verdad y… No me malinterpretes, los demás son todos muy agradables pero,
admitámoslo, no me han aceptado de la misma forma que tú. Se nota que sabes lo
que es ser nuevo aquí. Lo que quiero decir es que no quiero perder a mi única
amiga aquí. Por favor, Kat, ¿podemos pasar página?
Su pregunta
sonó insegura y no pude evitar perder la mirada en su boca, mientras que él se
mordía el labio inferior y enarcaba una ceja.
-Claro,
Samuel, ya está olvidado. Y si necesitas algo puedes contar conmigo ¿vale? No
dudes en pedir ayuda.
Sonreí
y me di la vuelta, dispuesta a marcharme, mientras me despedía con la mano.
-Gracias.
Y… Kat –murmuró a mis espaldas. Me giré –, tú también puedes contar conmigo.
Siempre.
Asentí
y me volví. Era consciente de que me había sonrojado y de una sonrisa había
aparecido en mis labios. Respiré un par de bocanadas de aire antes de llegar al
lugar donde mis amigas me miraban interrogantes. Ni siquiera me había colocado
a su lado cuando Alison preguntó:
-¿Qué
te ha dicho? ¡Rápido, suéltalo!
-Tranquilízate.
No me ha dicho nada importante… solo me ha devuelto el reproductor de música
que perdí ayer, así que no te emociones ¿vale? –respondí con voz serena.
-Espera,
¿qué? ¿Me estás diciendo que ayer tú y Samuel-don-tío-bueno habéis tenido una
cita? Y no me digas que no, porque tenía tu reproductor ¡lo tenía! –chilló de
forma completamente descontrolada.
Solté
un bufido y negué de forma exasperada con la cabeza mientras comenzaba a
caminar por los pasillos en dirección al patio.
-Nos
encontramos por casualidad, dimos una vuelta, perdí mi reproductor, él lo
encontró y hoy me lo ha devuelto. No hay más, Alison. No ha pasado nada.
-¿Perdona?
¿He entendido bien? ¿Has salido con un tío que tiene unos ojazos verdes y un
cuerpo de espanto y llegas aquí y me dices que no ha pasado nada? Por favor...
-¡Alison!
Somos amigos nada más. Hemos dado una vuelta juntos, sí. Pero no ha pasado nada
entre nosotros –sabía que lo que estaba diciendo no era del todo cierto, pero
tampoco era del todo mentira. No había llegado
a pasar nada entre nosotros –Es un chico muy agradable, pero solo somos
amigos.
-Claro,
has dado una “vuelta” con un chico muy “agradable” –dijo ella con sarcasmo,
dibujando comillas en el aire con los dedos. Luego su expresión se transformó,
aunque no sabría describirla. Su siguiente pregunta me pilló por sorpresa
-¿Acaso me vas a decir que no te gusta? ¿Que no tiene un cuerpo de escándalo?
Me
quedé callada un segundo antes de repetir:
-Solo
somos amigos.
Me
sentí estúpida. Claro que me gustaba, claro que me encantaba su cuerpo. El
escuchar las palabras de alguien que no era yo me hizo sentir mal. Yo no era
así. No me quedaba prendida de alguien sin conocerlo. Solté un suspiro mientras
empujaba las puertas de cristal que daban al exterior. Las tres atravesamos las
puertas y caminamos hacia un banco.
-Sí,
claro… Pues, al parecer, él no comparte tu punto de vista. Si por él fuese
ahora mismo serías oficialmente pareja. ¡Katrina Holt, que bien suena! –gritó.
Le
tapé la boca con la mano y la miré horrorizada. Cassie, que había estado
callada hasta entonces, salió en mi defensa:
-¡No
grites! ¿Es que no te das cuenta? Además –dijo en un susurro, tras asegurarse
de que nadie nos escuchaba. Al menos ella era disimulada -, acaba de romper con
Nathan, no creo que sea muy apropiado ahora.
-Claro.
Tú lo has dicho. Acaba de romper con él, lo que significa que no hay nada que
le impida salir con Samuel. Si yo estuviese en su pellejo no desaprovecharía
esta oportunidad. Es decir, ¿es que no lo has visto? Está como un queso. Si no se
da prisa, alguien se lo quitará.
Hablaban
de mí como si no estuviese allí. Pero en cierto modo era así.
-Tengo
algo que hacer.
Y
sin dar más explicaciones me fui. Lo único que hice fue lanzar a Cassie una
rotunda mirada para que no me siguiera. Su mirada expresaba una clara
reprimenda, pero la pasé por alto, dejando atrás a mis amigas y a sus
conversando sobre mi vida amorosa.
-Hola.
-Hola,
quiero hablar contigo. Fui ayer a tú casa pero no estabas…
-Lo
sé, Isaac me lo dijo. ¿De qué querías hablar, Nathan?
Me
puse tensa y levanté la vista. Me preparé para lo que pudiera decir y afronté
su mirada. Tragué saliva con fuerza para intentar deshacerme del nudo de mi
garganta. No le culpaba por estar enfadado. Me dolía, sí, pero era culpa mía.
Yo le había hecho daño primero. Pero ¿era mejor mentirle? ¿Decirle que para mí
solo estaba él si también había otro? No, por supuesto que no. Había hecho lo
correcto, por mucho que me hiriesen sus palabras. O, al menos, eso quería
creer. Estábamos apoyados en un muro, el uno al lado del otro, pero evitando el
contacto. Pude apreciar la vacilación de sus ojos, pero finalmente accedió a
hablar.
-Kat,
lo siento –dijo con voz temblorosa –. Siento lo que te he hecho. No merecías
que te hablase así. Simplemente, no me lo esperaba. Yo… Te compensaré por lo que
he hecho. Tú tomaste una decisión, no lo supe aceptar y me porte como un
idiota. Y quiero pedirte perdón.
Estaba
atónita. Se estaba… ¿disculpando?
-¡Pero
si no has hecho nada! –levanté un dedo al ver que empezaba a reprochar. No se
me pasó por alto la curvatura de sus labios al ver que no me había enfadado con
él, que lo comprendía –Te enfadaste, vale, pero tenías motivos. Es decir yo…
Callé
de repente, al darme cuenta de que había entrado en un terreno delicado.
-Me
tocaste la fibra sensible –Me dijo él sonriendo con dulzura.
-¿Yo
soy tu fibra sensible? –bromeé. El soltó una risotada y yo me permití reírme
con él.
-Gracias
–murmuró finalmente mirando al suelo. Le rocé la mano con la punta de los dedos
y Nathan me la estrechó. Soltó un suspiro y echó la cabeza atrás, mirando al
cielo –Por perdonarme. La verdad es que no creo que me lo merezca, pero no
pienso rechazarlo.
El
irritante sonido de la sirena interrumpió la conversación. La gente comenzó a
arremolinarse a nuestro alrededor en una maraña de personas que intentaba
alcanzar sus respectivas clases. Me despedí de Nathan y me dirigí a mi aula.
Una
vez sentada en mi lugar habitual, al lado de la ventana, saqué la libreta y
empecé a garabatear, a sabiendas de que el profesor de ética no llegaría hasta
que se acabase su café del recreo, lo que requería también los primeros diez
minutos de la clase. Mientras que mis compañeros se acomodaban en sus
respectivos sitios, yo estaba completamente ausente, mirando por la ventana.
Observé
las imponentes edificaciones de muros blancos y granates, salpicados de
ventanas, que ocupaban la parte central del territorio del instituto. Había tres edificios, dos de aulas y uno de
administración. En medio de ellos había un pequeño jardín con arbolitos,
arbustos florales y plantas que no sabría nombrar y que estaba rodeado de
anchas aceras. Detrás del edificio de administración se expandía el área de
deporte, además de un pequeño terreno cubierto de césped que se solía plagar de
alumnos cuando hacía calor. Más allá estaban el pabellón de deportes. Un
tabique cerraba el recinto, dejando solo dos salidas en la parte delantera: una
amplia para vehículos que llevaba al aparcamiento situado al frente del recinto
y otra más estrecha por la que solo podían salir personas.
En
aquel momento estaba casi desierto, a excepción de un joven que observa la
fachada del edificio en el que me encontraba con expresión concentrada. Le miré
con aburrimiento, a falta de algo mejor que hacer. Y entonces algo hizo que
centrara todos mis sentidos en él, una alarma se disparó en mi interior y supe
que había algo raro. Se me erizó el vello de los brazos y se me entrecortó la
respiración, mientras que mi corazón se aceleraba como si acabase de ver a la
misma muerte. Y, quizá, así fuera. Porque cuando sus ojos se fijaron en mí, no
puede evitar salir corriendo de clase.
:o Súper interesante. Con ganas de más!!
ResponderEliminar... ¿Enemigos? D: ¡continúa!
ResponderEliminarAy, ay!! ¿quién es ese? quiero el siguiente capitulo... ¿cada cuanto subes un capitulo? ¿tienes alguna fecha fija, o cuando esté terminado?
ResponderEliminarUn besoo
Estos ya los tenía escritos, así que los subo de forma más o menos regular. Cuando llegue a los que estoy escribiendo los subiré a medida que los voy acabando :)
EliminarEstá genial preciosa!!! Y gracias por nominarme. Te escribo con la cuenta de unas amigas y yo.
ResponderEliminarTengo (tenemos) un nuevo blog, es este:
3-ladies-al-teclado.blogspot.com
Esperamos que te guste. Si te ha gustado y te has hecho segui, respóndeme, y si no...respondeme para
saber lo que deberíamos mejorar.
Muchos muakis,
Clara. (Y mis otras amigas)
No lo había visto, pero muchísimas gracias por declararte "fan" :O no me lo esperaba. No lo haré por lo que dije en otros blogs, que cuando creé este nuevo para subir la historia de nuevo dije que no iba a haber otra entrada que no fuese la historia :s pero te lo agradezco mucho ;D
ResponderEliminarAmiiigooos, claro. No me la creo que ni yo xD. Y Alison está de mi lado xD.
ResponderEliminarEs lindo ver que Nathan y Kat al menos hayan quedado como amigos :3 se lo merecían.
¿El quéeee? No estamos hablando de Samuel ahora... ¿no?
Me gusta que Nathan y Kat sean amigos. Que ha pasado en el final?! Lo peor es que no me da tiempo a leer el siguiente. Estoy intrigada :)
ResponderEliminarHola Laura! Me gusto muchísimo el capítulo. Que lindo se comportó Nathan, y me pareció muy tierno el encuentro entre Samuel y Kat :) Y ahora queda descubrir, quién o mejor dicho qué era el chico que le estaba mirando tan fijamente.
ResponderEliminarTe cuidas mucho, y hasta pronto.
Aiiiis, ya empieza lo interesante... Me ha encantado :)
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